Casi tan nosotros como nosotros.

Antes, cuando veía a alguien mayor hablando con su perro o gato como si este fuera una persona, pensaba que era una excentricidad, una anormalidad, un pequeño delirio que la sociedad admitía con complacencia porque lo interpretaba como causa de la necesidad de ahuyentar supuestos fantasmas de soledad, pero que el perro o gato no