Antes, cuando veía a alguien mayor hablando con su perro o gato como si este fuera una persona, pensaba que era una excentricidad, una anormalidad, un pequeño delirio que la sociedad admitía con complacencia porque lo interpretaba como causa de la necesidad de ahuyentar supuestos fantasmas de soledad, pero que el perro o gato no
Esta mañana, viendo desde mi ventana cómo una gaviota devoraba una paloma, pensaba en la obviedad de que los hechos que suceden en el mundo no son intrínsecamente dramáticos, o trascendentes, sino que es nuestra particular interpretación humana lo que les otorga dramatismo o trascendencia. Es decir, no hay ni un solo suceso en el